domingo, 6 de junio de 2010

ALFONSO LÓPEZ (SEGUNDA FECHA)


Alfonso López (España, 1971)

Nací en un lugar llamado Gamonal un día 15 y sábado de 1971. Llegué a Madrid diez años después y creo que ya escribía. Sí, ya lo hacía. Al llegar a la universidad empecé a publicar y a editar una revista con alguno de mis compañeros, y a pensar que la poesía era mi manera de darme y de exorcizar mis ruidos. También conocí y disfruté los recitales del Nuestra Sra. de África, por lo que posteriormente me sentiría con ganas de organizar eventos con la palabra como centro. Realicé radio, El Otoño en Pekín, 2ª época, en Onda Verde, durante unos cuantos años, así como participaba en otras tertulias o reuniones de amigos en torno a la literatura.
En 2003, colaboré en el barrio de Lavapiés con la Asociación Cultural Raska-yú, y poco tiempo después se puso en marcha El Tren Vertical en la sala Artepolis, junto con Felipe Rubio. Más adelante en 2006 continuó su marcha en el bar Malatesta.
Se publicaron alguno de mis poemas en revistas como Alabastro, Cuadernos del Matemático, Generación Espontánea… y he aparecido en la antología Poesía Capital, Sial ediciones (2009). Unos meses más tarde apareció el libro Trampolín Etcétera, de la editorial Poesía Eres Tú, en el que me acompañan Sergio Cruz Placer e Hipólito García “Bolo”.


Un poema de Alfonso López

A Víctor Mira, in memoriam

No se soportan nuestros cuerpos,

Aunque caminemos erguidos
fallan
para luego consumirse en su propia fatalidad:
cierta tendencia al desvarío, a la inclinación
hacia un lado o hacia otro…
Es hermoso tender no se sabe aún hacia dónde…
¡como si se confiara en otra manera de alzarse!

No se soportan nuestros cuerpos
no es por cansancio ni pereza

ni por moda

ni esnobismo
ni enajenación transitoria,
nada de eso.

No se soportan, ya lo he dicho.

Es la percepción de que todo puede ser tan hermoso o muy viciado,
de que un día para otro se cambien los perfiles
las verdades que se admitieron al principio…

entonces,

solo entonces,

todo cambie sin motivo,

sin causa aparente o conocida
pero que se percibiera lentamente.

No se soportan nuestros cuerpos,

ni caemos ni dejamos que se entorpezca nuestro paso.


No se soportan a sí mismos,
eso es todo.





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